Hay dolores que nos avisan con tiempo, y otros que llegan de golpe, sin darnos oportunidad de prepararnos.
El primer aviso: molestias abdominales
Todo comienza con una molestia en el abdomen que no parece gran cosa. Puede sentirse como una simple indigestión o un dolor pasajero en la parte baja del vientre, generalmente del lado derecho. Pero con el paso de las horas, la molestia no desaparece, al contrario, se intensifica y se vuelve punzante. No importa si estás sentado, acostado o caminando, la incomodidad sigue ahí y se agrava al moverte.
Junto con el dolor, es común que aparezcan náuseas o vómitos, y una sensación de malestar general que podría confundirse con un problema digestivo. Muchas personas intentan calmarlo con un té de manzanilla o un analgésico suave, pero la apendicitis no se alivia con remedios caseros. En algunos casos, también puede haber fiebre leve y la sensación de que algo no está bien en el cuerpo.
Las complicaciones de no atender la apendicitis a tiempo
El gran problema con la apendicitis es que, si no se trata a tiempo, el apéndice puede romperse y provocar una infección grave dentro del abdomen, conocida como peritonitis. En ese punto, lo que pudo haberse resuelto con una cirugía sencilla se convierte en una situación de alto riesgo.
Si sientes un dolor abdominal persistente, sobre todo en la parte inferior derecha del abdomen, y viene acompañado de náuseas o fiebre, no esperes a que se pase solo. Lo mejor que puedes hacer es acudir a un médico lo antes posible. En estos casos, el tiempo es clave y una consulta a tiempo podría evitarte complicaciones serias.
No subestimes los síntomas
Ignorar las señales del cuerpo puede costar caro. La apendicitis no espera, y mientras más rápido se detecte, más sencilla será la solución. No subestimes un dolor que no se va y recuerda que cuando se trata de la salud, siempre es mejor prevenir que lamentar.